Revolución Fintech en México

 Rodrigo Villar



   

Ya han brotado compañías que pronto pueden estar entre las líderes y deben venir más. No hay mes que no salgan noticias que lo confirman, señala Rodrigo Villar.

 Hay supuestas transformaciones o revoluciones que más temprano que tarde quedan al desnudo como el rey sin ropa del cuento. Sin embargo, a pesar de su caducidad, suelen dejar secuelas trascendentes. Como provocar, con tanto ruido, que nos pasen de largo transformaciones reales con desafíos y oportunidades de verdad. Afortunadamente eso no está pasando en México con el sector Fintech, que avanza a toda marcha, al margen del estancamiento de la inversión en general.

Aun con la pandemia, la mayor recesión en 90 años, un ambiente político de crispación, e incertidumbre y contención persistentes entre los inversionistas, la innovación de modelos financieros disruptivos basados en las tecnologías digitales está en pleno auge. Ya han brotado compañías que pronto pueden estar entre las líderes y deben venir más. No hay mes que no salgan noticias que lo confirman.

 

Hace unos días, Clip, empresa mexicana fundada en 2012 que habilita a Mipymes para recibir pagos con crédito y débito, recibió una inversión por 250 millones de dólares (mdd) liderada por SoftBank y Viking Global. Con ello, habría logrado una valoración de 2,000 millones de dólares y, sobradamente, el estatus de unicornio.

Sigue el camino de Bitso, plataforma de intercambio de criptomonedas mexicana con escala latinoamericana, valuada en 2,200 mdd en mayo tras otra ronda inversionista. Además, hay varios candidatos, como Albo: con su app que cubre todas las necesidades bancarias en un formato totalmente online y móvil, fue incorporada en abril al Soonicorn Club de Tracxn, que sigue a negocios innovadores con potencial de unicornio.

Por estos mismos días, Credijusto, fintech fundada en 2015 para ofrecer productos y servicios a empresas que generalmente no encuentran a su medida en la banca tradicional, adquirió al Banco Finterra, especializado en el sector agroalimentario. Respaldada por Goldman Sachs y Credit Suisse, es la primera empresa mexicana de su tipo en comprar una institución bancaria tradicional.

A nivel latinoamericano, la ecuatoriana Kushki, fundada en 2017 y centrada en que sus clientes puedan vender globalmente y recibir dinero en moneda local, levantó más de 86 mdd en una ronda liderada por Softbank y Kaszek, con lo que se habla de una valuación de 600 millones.

Mientras tanto, la uruguaya dLocal, nacida en 2016, dedicada al procesamiento de pagos locales en mercados emergentes para corporativos, logró una valuación de más de 6,100 mdd tras su oferta pública inicial en Nasdaq.

Un caso paradigmático es el del banco digital Nubank, fundado hace ocho años en Brasil. No es poca cosa que Berkshire Hathaway, el holding del legendario Warren Buffett, se aliste a comprar 500 mdd de sus acciones. Ya son 40 millones de usuarios de este neobanco en Brasil, México y Colombia. Habría que recordar dos de las citas célebres de Buffett: “Si no está dispuesto a poseer una acción durante 10 años, ni siquiera piense en poseerla 10 minutos”; “Alguien está sentado a la sombra hoy porque alguien plantó un árbol hace mucho”.

Es la misma dinámica que hizo que Stripe, que podría convertirse en la plataforma de pagos más utilizada del mundo con su software en nube y API para el comercio electrónico y aplicaciones móviles, levantara en marzo 600 mdd para ascender a una valuación de 95,000 millones.

Se dice que ninguna startup de Silicon Valley había alcanzado una cota así antes de la salida bursátil; ni Facebook. Coinbase, la plataforma de compraventa de monedas electrónicas, alcanzó una capitalización de mercado de casi 100,000 millones en su debut en bolsa en abril. Y viene un verano caliente de OPIs con estrellas como Robinhood, que está revolucionando el ámbito de las inversiones al ofrecer compra-venta de acciones y fondos sin comisiones y al alcance de cualquiera.

Puede ser que algunas de estas empresas se queden en el camino; nunca todas. Son parte de cambios reales en la forma que hacemos las cosas más cotidianas. Además, el fundamento de un proceso de profundización y de inclusión financiera que, bien encaminados, puede hacer más contra la exclusión social que mucho de lo que siempre claman los políticos.

Pensemos en lo que ha sido el caso M-Pesa para millones de personas en África. La oportunidad está aquí también. Basta recordar la razón de negocio de Clip: que tiendas de abarrotes, guías turísticos o hasta vendedores ambulantes acepten tarjetas de crédito o débito. De casi 11 millones de negocios en México, sólo en alrededor de un millón se reciben pagos que no sean en efectivo.

Más aún, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, 53% de los mexicanos mayores de 18 años está sin cuenta bancaria, 69% sin crédito, 75% sin seguros, 60% sin esquema de ahorro para el retiro.

La clave es salir de la caja y hay abundante capital para financiar eso, porque se cruzan necesidades reales, la irrupción de tecnologías que hacen factible el cambio y un inmenso espectro de escalabilidad de mercado, rentabilidad de negocio e impacto social positivo.


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