El gran problema del nuevo Windows 11 que dejaría obsoletos millones de ordenadores
Por: ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS
Los requisitos
actuales para su instalación harán imposible instalar la nueva versión de
Windows incluso en PCs vendidos hace apenas dos años.
A primera vista, no hay mucha diferencia entre los
requisitos mínimos de Windows 11 frente al actual Windows 10. La nueva versión
de Windows, anunciada la semana pasada y que llegará como una
actualización gratuita a finales de este año, necesita como mínimo un
procesador de 64 bits de 1 Ghz, 4 GB de RAM y 64 GB de memoria.
Muchos usuarios con ordenadores que parecen cumplir con
estas especificaciones, sin embargo, van a encontrarse con la desagradable
sorpresa de que sus sistemas no pueden actualizarse, incluso si tienen potencia
suficiente. El problema afecta incluso a muchos PC de la gama Surface,
fabricados por la propia Microsoft que se lanzaron al mercado hace apenas dos o
tres años.
Es el caso de uno de los modelos más ambiciosos del catálogo
de la propia Microsoft, el enorme Surface Studio 2. Esta máquina está enfocada
a los diseñadores y creativos, con un enorme monitor de 28 pulgadas táctil y
sobre el que se puede dibujar con precisión gracias a la ayuda del lápiz
digital Surface Pen.
Se puso a la venta en 2018 a un precio de 3.500 dólares. Sus
usuarios, sin embargo, tendrán que vivir en el limbo de Windows 10 (que seguirá
recibiendo actualizaciones y soporte hasta el año 2025), a pesar de que el
equipo tiene potencia más que de sobra para mover la nueva versión del sistema
operativo.
LA LETRA PEQUEÑA
¿Dónde está el problema? Para poder actualizar a Windows 11
los ordenadores no solo tienen que cumplir con esos requisitos antes
listados. Tienen que estar también equipados con un módulo
TPM (Trusted Platform Module), un pequeño coprocesador de cifrado diseñado
para proteger el hardware de los ordenadores y que está presente desde hace
algunos años en muchos de los PC a la venta, aunque no en todos.
Normalmente viene integrado en la placa base de la máquina,
y separado de la CPU. Almacena claves de cifrado, identidades del usuario y es
en cierta forma una primera línea de defensa contra muchos ataques,
especialmente aquellos que tienen como objetivo modificar el firmware de los
distintos componentes del equipo. Windows 11 requiere la versión más
avanzada de este módulo, TPM 2.0.
Microsoft ha pedido desde hace años a los fabricantes de PC
que incluyan este componente en todos los equipos que se distribuyan con
Windows 10, pero no todos cumplen con esta norma.
Los usuarios que han construido su PC por piezas también
pueden no tener uno, ya que algunas placas base se venden con soporte para este
tipo de módulos, pero no incluyen uno de fábrica.
Incluso si lo tienen, el módulo puede no estar activado por
defecto y activarlo requiere realizar modificaciones en la BIOS del
sistema, un paso que no todos los usuarios saben realizar.
Todo esto ha hecho que muchos usuarios que tenían un PC en
apariencia compatible con las nuevas especificaciones, se hayan encontrado
con una advertencia de incompatibilidad al usar la herramienta
que Microsoft ha puesto a disposición del público para comprobar si un PC
recibirá la actualización.
En algunos casos la solución pasa simplemente por activar el
módulo TPM si está desactivado. En otros, sin embargo, ni siquiera esto
aliviará el problema.
La razón es que Microsoft también requiere que los
procesadores Intel sean de octava generación (lanzados en 2017) o más
modernos. Esto podría dejar fuera a muchas máquinas de apenas dos o tres años
de vida, como el ya mencionado Surface Studio 2 o la tableta Surface Pro 4,
también relativamente reciente.
MAL MOMENTO
Coincidiendo con el lanzamiento de la primera versión
beta para desarrolladores de Windows 11, la empresa ha publicado un
artículo en su web explicando en detalle el porqué de estos requisitos y
aclarando posibles dudas al respecto.
La empresa espera con Windows 11 mejorar de forma
significativa la seguridad en los ordenadores y para ello requiere de
ciertos elementos de hardware que no estaban presentes en los procesadores y
placas hace sólo unos años.
De momento el requisito de procesadores de octava
generación de Intel (o Zen 2 en el caso de AMD) se mantiene, pero la
empresa va permitir a algunas máquinas con procesadores de una generación
anterior instalar versiones beta de Windows 11 para estudiar la posibilidad de
rebajar los requisitos en la versión final.
"Windows 11 eleva el nivel de seguridad al requerir
hardware que pueda habilitar protecciones como Windows Hello, Cifrado de
dispositivos, seguridad basada en virtualización (VBS), integridad de código
protegido por hipervisores (HVCI) y arranque seguro. Se ha demostrado que la
combinación de estas características reduce el malware en un 60%. Para cumplir
con estas medidas, todas las CPU compatibles con Windows 11 tienen que
tener un TPM integrado, admitir arranque seguro y tener capacidades específicas
de VBS", explica la compañía.
Es una buena idea en teoría, pero el momento para exigir
estas funciones no podría ser peor. La industria informática se enfrenta a
serios problemas en el abastecimiento de chips, con numerosos retrasos en
componentes clave y un inventario de placas base y procesadores reducido.
Tras el anuncio del requisito de un módulo TPM 2.0, por
ejemplo, el precio de las placas base equipadas con uno o los módulos TPM
independientes para enchufar a placas ya instaladas se ha disparado. Shen Ye,
responsable de producto de la empresa HTC, lo denunciaba a finales de la semana
pasada en Twitter. En eBay, los módulos TPM 2.0 cuadruplicaron su precio en
apenas 12 horas desde el anuncio de la nueva versión de Windows. Windows
11 está disponible desde hoy para los desarrolladores que estén apuntados
al programa Windows Insider.
El nuevo sistema operativo estrena un nuevo diseño más
simple, una barra de tareas centrada en la pantalla, un nuevo sistema de
notificaciones y mejor integración con la herramienta de videoconferencia
Temas, aunque en esta primera versión esta funcionalidad aún no está presente.
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